Tercer Domingo de Adviento y una vez más, la Santísima Virgen se traslada a la Residencia de los pobres para llevar paz y esperanza a todos residentes que allí cuidan con tanto cariño las hermanitas. En esta ocasión nuestra Madre luce la saya bordada en oro sobre tisú de plata según un proyecto de Javier Sánchez de los Reyes, bordada en 2014 en el taller de Manuel Solano Rodríguez, estrenando el manto de camarín bendecido el pasado día 1 de octubre, realizado en el taller de bordados Virgen del Carmen del bordador José Muñoz Moreno de San Fernando (Cádiz), según dibujo de Antonio Castro.

La Virgen partirá a las 5 de la tarde y mañana día 15 a las 12 de la mañana, celebraremos la Santa Misa en la Capilla de la Residencia.

Tercer Domingo de Adviento, Domingo de la Alegría

A las 12 de la mañana en la Capilla de la Residencia de las Hermanitas de los Pobres, y tras el rezo del Ángelus, celebramos la Eucaristía presidida por su capellán, el Rvdo. Sr. D José Marín, que en su homilía nos exhortó a estar alegre porque se acerca la venida del Hijo de Dios, homilía que a continuación reproducimos para que nos sirva de reflexión y vivamos con gozo la venida del Salvador.

Homilía 

Los textos bíblicos de Adviento nos exhortan a estar despiertos, vigilantes ante la espera del Señor, porque «nos sabéis el día ni la hora» -Y también a «Preparad el Camino al Señor». Como dijimos el domingo pasado es una llamada a la conversión. –

Pero hoy se nos dice: “Alegraos” … porque “El Señor está cerca”. Se trata de la alegría auténtica, la del Espíritu Santo. Por eso este domingo la liturgia hace un paréntesis en la sobriedad del Adviento, y cambia el color litúrgico y permite más exorno en el altar.

Recordemos lo que dice el profeta Sofonías: “Regocíjate, hija de Sión; grita de Júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén”. Al vislumbrar desde lejos los tiempos mesiánicos los profetas invitan a Israel a alegrarse de modo desbordante. El motivo es la presencia salvadora de Dios: “El Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva”. Estas palabras las podemos aplicar hoy a la Iglesia y a cada uno de nosotros. San Pablo lo recalca escribiendo a los Filipenses: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres, porque el Señor está cerca”. Y San Pablo escribe eso estando en la cárcel, porque la alegría cristiana, no está reñido con el sufrimiento.

Más de uno de ustedes estará pensando: ¿pero es posible la alegría en un mundo con tantos problemas, en una sociedad con tantas situaciones de dolor, de pobreza, de hambre, de desempleo, de violencia, de guerras … y … ¿cuándo no nos faltan preocupaciones en nuestra vida? …

El cristiano siente la alegría de la fe y de la esperanza, la alegría de a caridad, que es la alegría del Espíritu Santo. Porque tenemos un Salvador, Jesucristo. Lo ha expresado el texto de Isaías que hemos cantado a modo de Salmo: “Gritad, jubilosos: ¡qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!”

Pero esa alegría ha de ir acompañada con el esfuerzo de conversión. El Bautista, que llamaba a la conversión, nos da pistas. Los que escuchaban a Juan el Bautista deciden cambiar de conducta; pero no le preguntan: «qué tenemos que pensar o qué tenemos que creer, sino qué tenemos hacer … Es la pregunta clave a la hora de iniciar o avanzar en el camino de la conversión. Dice Jesús: “No el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre”. Y el Bautista les señala tres actitudes, no las únicas, pero importantes: solidaridad, honradez y justicia.

Perdonar es más gratificante que vengarse … compartir hace más feliz que acaparar riquezas … ayudar a los demás, es más reconfortante que aprovecharse de ellos … enjugar las lágrimas, da más paz que provocarlas, liberar es más humano que esclavizar … bendecir y felicitar es más fraterno que mentir y envidiar … ser solidario es más cristiano que ser egoísta … construir la paz, la armonía y la buena convivencia es más beneficioso que ser agresivos y violentos, ser comprensivo y misericordiosos con los fallos de los demás es parecerse más a nuestro Padre que es misericordioso.

 Siguiendo lo que ya es tradición en este tercer domingo de Adviento, nos acompaña la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación de la Hermandad de San Benito. Esto hace que se incremente la alegría de las hermanitas y residentes de esta Casa. Ella es la oyente atenta y dócil a la Palabra de Dios, con un corazón rebosando misericordia, que respondió siempre con un “SI” a los planes de Dios, y por eso el mismo Dios se encarnó en su seno purísimo. “El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros. Acojamos en nuestro corazón la profundidad de este Misterio. La Virgen es quien mejor nos puede ayudar a sentir y a vivir cristianamente la Navidad.

Que su poderosa intercesión alcance de su Hijo Jesús abundantes gracias para todos: para la gran familia de santa Juana Jugán, para la Junta de Gobierno y demás miembros de esta Hermandad, y para todos en general, en especial para los más necesitados.

Si preparamos la Navidad, hay que saber que Navidad es luz, es paz, es amar. Todos estarnos llamados a ser reflejo de esa luz, portadores de paz y testigos del amor.

Para las hermanitas, para la Junta de gobierno y miembros de la Hermandad de San Benito, y para todos en general el Señor nos hace una llamada. Respondamos con un “si” generoso a los planes de Dios en nuestra vida.

Que la Virgen nos ayude a completar un santo y fructuoso Adviento y a vivir una gozosa y feliz Navidad cristiana, haciendo nuestra la Oración que hemos rezado al principio, y que dice. «que lleguemos a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y la celebremos con alegría desbordante».

Que así sea.

Nos acompañó con sus cantos navideños el Coro de Campanilleros de Tomares que también lo hizo en los traslados de ida y vuelta. Agradecemos sus villancicos dedicados a la Madre de Dios.

Finalizada la Santa Misa y tras unas palabras de agradecimiento de nuestro Hermano Mayor a las Hermanitas y sobre todo a los residentes, regresamos a nuestra parroquia de San Benito.

Os dejamos un amplio reportaje realizado por nuestros hermanos Luis Romero y Samuel Sánchez.