Nuestra Señora de la Encarnación

Dolorosa de candelero para vestir, con una altura de 1,62 m., realizada su cabeza en madera de pino y su cuerpo en cedro. Se atribuye su hechura al escultor de origen valenciano Blas Molner Zamora entre los años 1780 y 1793. Ha sufrido diversas intervenciones a lo largo de su historia que han modificado su impronta original, como la realizada en el s. XIX que modificó la inclinación de su cabeza, o la que conllevó la sustitución de sus ojos de cristal primitivos por los actuales, modelados en pasta por José Ordóñez en 1917. Inclina su cabeza a la derecha y dirige la mirada hacia abajo, apreciándose en sus mejillas cinco lágrimas de cristal. Sus manos, retalladas por Sebastián Santos en 1953, están abiertas, portando un pañuelo en la derecha y un rosario en la izquierda.

Restauraciones: Anónima en 1819; José Ordóñez Rodríguez en 1917; Sebastián Santos en 1948 y 1952; José Rodríguez Rivero-Carrera en 1984; Juan Manuel Miñarro López en 2014.

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