Reseña histórica
La Hermandad en Triana
El 18 de Julio de 1554 el provisor del arzobispo de Sevilla Fernando de Valdés aprueba las primeras reglas de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y María Santísima de la Encarnación, con sede en el monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del barrio de Triana, siendo ésta la primera corporación que con tal carácter se funda en dicho arrabal. Aunque no era hermandad de carácter gremial, sus cofrades fundadores eran en su mayoría carpinteros de ribera y calafates del puerto camaronero.
Tras una breve estancia en la parroquia de Santa Ana, hacia 1565 sus cofrades adquieren en propiedad un solar en la cava vieja, donde edificarían casa hospital y capilla para el culto de sus imágenes: el Cristo de la Sangre, crucificado tallado en 1553 en pasta de madera por Francisco de Vega y policromado por Pedro Jiménez, y la Virgen de gloria de la Virgen de la Encarnación, que presidía el altar mayor y daba nombre al templo y hospital, tratándose de una efigie de candelero para vestir, atribuida al círculo artístico de Juan Bautista Vázquez “el Viejo”, y que, aunque muy retocada, aún conserva la corporación.
En 1587 el cardenal Rodrigo de Castro dicta decreto por el cual todos los hospitales existentes en la ciudad (cuya cifra estaba cercana al centenar) se reducirán para un mejor servicio, fundiéndose sus propiedades en dos grandes centros: el hospital del Amor de Dios y el del Espíritu Santo. Los hermanos ante esta situación defendieron ante la comisión designada a tal efecto la propiedad del hospital, así como de la necesidad de mantener el culto diario en esa zona del barrio, con lo que forzaron a desistir a dicha comisión de su inicial propósito.
La hermandad en esta época efectuaba regularmente su estación de penitencia a la parroquia de Santa Ana en la tarde del Jueves Santo con la imagen del crucificado, pasando a partir de 1634 a realizarla en la tarde del Viernes Santo, incorporando por esta época una imagen dolorosa de la Virgen para presidir su paso de palio.
Época de esplendor
A lo largo del siglo XVII se alcanzaría un cierto esplendor y popularidad, prueba de ello es que se disfrutaban de tributos por juros y mandas testamentarias, por alquileres de propiedades en el barrio, contando también con las aportaciones procedentes de las fundaciones de capellanías de misas y con el recibimiento de diversas donaciones por parte de los devotos. Durante este periodo se acometerían importantes obras de reforma en la capilla, además de la renovación de los dos pasos procesionales.
Llegamos así hasta el siglo XVIII con una corporación ya consolidada plenamente y que efectuaba con bastante regularidad su estación de penitencia por el barrio, sobre todo a partir de la segunda mitad de la centuria, sin descuidar los cultos anuales y, especialmente, la anual función a la Virgen de la Encarnación, que se celebraba en su festividad litúrgica el día 25 de marzo.
Con fecha 18 de febrero de 1763 el provisor del cardenal Solís aprueba las nuevas reglas de la hermandad redactadas el año anterior, que venían a sustituir a las primitivas que se encontraban desaparecidas. Dichas constituciones serían posteriormente aprobadas por el Consejo Supremo de Castilla con fecha 16 de septiembre de 1789.
Entre 1780 y 1793 se produce la sustitución de la primitiva imagen dolorosa de la Virgen de la Encarnación por la que hoy se venera, obra atribuida al escultor de origen valenciano Blas Molner Zamora.
En 1792 la capilla sufriría las terribles consecuencias de la riada que afectó a Triana, que produjo el desplome de sus pilares y techumbres por lo que la hermandad se vio obligada a restaurarla en profundidad. Ello supuso un importante desembolso económico que repercutió negativamente en la vida de la corporación, suspendiéndose la salida procesional durante varios años. El 18 de mayo de 1794, como acción de gracias por la finalización de las obras se celebró una solemne función y posterior procesión con la Virgen de la Encarnación de gloria.
En la procesión de 1808 el Cristo de la Sangre sufrió un accidente, cayendo al suelo y haciéndose pedazos, descubriéndose de esta manera su autoría al encontrarse un documento en su interior. Afortunadamente la imagen pudo ser restaurada, celebrándose una solemne función al ser repuesta al culto el día 25 de marzo de 1809.
Una nueva procesión letífica tuvo lugar por el arrabal trianero el 25 de marzo de 1830 con la imagen de la Virgen de la Encarnación de gloria, que hacía treinta y seis años que no salía.
Primera Estación de Penitencia a la Catedral
El Viernes Santo de 1845 realiza por primera vez su estación de penitencia hasta la Catedral atravesando para ello el puente de barcas que unía Triana con Sevilla. Se estrenaba el paso del Cristo, de estilo neoclásico. Por su parte, el paso de palio, labrado en plata, estaba considerado el más rico de la época y en su techo figuraba una paloma, motivo por el cual la dolorosa era conocida como la “Palomita de Triana”. Los nazarenos vestían túnicas de cola de color rojo en el Cristo y negro en la Virgen. Poco después la corporación entra en decadencia, procesionando por última vez desde Triana en 1848.
Será en 1868 cuando la hermandad vuelva a resurgir celebrando incluso una procesión con la imagen de la Virgen de la Encarnación de gloria, pero en ese mismo año la Junta Revolucionaria decreta el cierre al culto de la capilla, que sería derruida en 1874, siendo trasladada la dolorosa en 1875 a la Iglesia de San Benito, llegando un año después el crucificado a Sanlúcar la Mayor para ser titular de la Hermandad de la Vera Cruz. Estos hechos constituyen el fin de la etapa trianera de la hermandad y el comienzo de la devoción a la Virgen de la Encarnación en el barrio de la Calzada.
La Hermandad en la Calzada
El 6 de junio de 1921 el provisor del cardenal Almaraz aprueba las nuevas reglas de la hermandad que establece su sede canónica en la iglesia filial de San Benito Abad, y en las que se añade el título de la Sagrada Presentación de Jesús al Pueblo, fijándose su estación de penitencia en la tarde del Martes Santo.
Primera salida procesional
Al año siguiente procesiona por primera vez desde su nueva sede con dos pasos; en el primero se contemplaba a Jesús en el momento de su presentación al pueblo, imagen tallada por Esteban Domínguez y que hoy se venera con la advocación de Cautivo en Villanueva del Río. En el segundo, con todos sus enseres prestados por varias hermandades de la ciudad, figuraba la Virgen de la Encarnación bajo palio. Vestían sus nazarenos túnica blanca con antifaz y capa negra en el Cristo, y túnica y antifaz color blanco con capa roja en la Virgen.
La Hermandad no volvería a procesionar hasta 1928 en que lo hace con el nuevo misterio de la Presentación al Pueblo, incluido la imagen del Señor, obra del escultor Castillo Lastrucci, estrenándose igualmente el paso y los hábitos de los nazarenos, que son los actuales, compuestos por túnicas y capas blanca y antifaces de terciopelo morados. La Virgen no se incorporaría al cortejo hasta 1930, estrenando para ello la totalidad de sus enseres.
La riada e inundación de la Iglesia
La iglesia de San Benito se vería afectada en enero de 1948 por una inundación que hizo que se cerrase al culto, debiendo trasladarse las imágenes titulares a la capilla de la residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres. Allí recibirían culto hasta 1950, año en que fueron llevadas a la parroquia de San Roque, donde permanecerían hasta diciembre de 1952, cuando vuelven de nuevo a San Benito tras concluir la restauración del templo.
Nuevos títulos
En 1958 la hermandad se constituye como Sacramental al haber sido convertida en parroquia la iglesia de San Benito dos años antes, y en 1966 el Papa Pablo VI concede los títulos de Pontificia y Archicofradía.
Incorporación del Stmo. Cristo de la Sangre
El 6 de marzo de 1966 se bendice la nueva imagen del Cristo de la Sangre tallada por Francisco Buiza, que procesionaría por primera vez un año después, mientras que el Martes Santo de 1971 el cardenal Bueno Monreal bendice e impone a la Virgen la corona de oro de ley que han donado sus hermanos y devotos.
Uno de los máximos anhelos de la corporación, como era el poseer una Casa de Hermandad para mejor desarrollo de sus actividades cotidianas se hará realidad el 25 de marzo de 1975, fecha en que el cardenal Bueno Monreal bendice e inaugura dichas dependencias, anexas a la parroquia.
El 18 de febrero de 1991 el Cristo de la Sangre preside el Vía-Crucis de las Hermandades de Sevilla que organiza cada cuaresma el Consejo de Cofradías.
El Sábado Santo de 1992 el paso de misterio figura en el cortejo del Santo Entierro al igual que ya hiciera en 1965, y entre los meses de junio y julio forma parte de la muestra “Los Esplendores de Sevilla” celebrada con motivo del V centenario de la evangelización de América en la parroquia del Divino Salvador.
Coronación Canónica
El 25 de marzo de 1994 el arzobispo de Sevilla Fray Carlos Amigo Vallejo proclama la coronación canónica de la Virgen de la Encarnación. Se celebraría un ambicioso programa de actos durante los siguientes meses, entre los que destacó la imposición por el alcalde de Sevilla a la Santísima Virgen de la réplica de la medalla de oro de la ciudad concedida a las Hermandades sevillanas en un acto celebrado en la parroquia de San Benito el día 1 de diciembre. El 10 de diciembre de ese mismo año, tras un Triduo preparatorio, es coronada canónicamente en la Santa Iglesia Catedral la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación por el arzobispo Amigo Vallejo.
En 1998, tras su aprobación en cabildo extraordinario, se incorpora a San Benito Abad como titular de la hermandad.
En el año 2003 se conmemora el 75 aniversario de la bendición de la imagen del Señor en su Sagrada Presentación al Pueblo, celebrándose una serie de actos, entre los que destaca la procesión extraordinaria de la imagen sobre el paso del Cristo de la Sangre, que recorrió la feligresía en la tarde del 25 de enero.
Durante el año 2004 se conmemora el 450 aniversario fundacional de la hermandad con un amplio programa de actos, culminándose las celebraciones el 11 de diciembre con un Solemne Pontifical, celebrado en el jardín de la residencia de las Hermanitas de los Pobres, y la posterior procesión extraordinaria de Ntra. Sra. de la Encarnación en su paso de palio por las calles de la feligresía.
El 15 de julio de 2005 son aprobadas por la autoridad eclesiástica la Reglas por las que la corporación se rige en la actualidad.
El día 25 de marzo de 2009, el cardenal de Sevilla Fray Carlos Amigo Vallejo bendice el nuevo retablo para la remozada capilla del Santísimo Cristo de la Sangre, ejecutado en madera de cedro por el taller de Hermanos Caballero. Rodeando a la capilla con un zócalo de azulejos pintados en el taller del ceramista Manuel Ruiz Gil e hijo.
El día 25 de marzo de 2011, el obispo auxiliar de Sevilla Santiago Gómez Sierra bendijo la Casa de Hermandad tras las reformas realizadas desde mayo del año anterior. Igualmente bendijo los retablos cerámicos en los que se representan a los titulares cristíferos, situados a los lados de la puerta de los pies de la iglesia, junto a un tercer retablo que representa a la Virgen de la Encarnación y que se sitúa sobre la puerta de entrada de la Casa de Hermandad. Estos retablos han sido pintados por el ceramista Manuel Ruiz Hurtado.
En 2019 se conmemora el 25 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de la Encarnación, que sería trasladada en su paso de palio la tarde del día 13 de diciembre hasta la catedral, donde el día siguiente se celebraría un Solemne Pontifical presidido por el arzobispo Asenjo Pelegrina, volviendo en la mañana del 15 de diciembre en procesión triunfal hasta su sede canónica.
Finalmente, en 2021 asistimos a la conmemoración del primer centenario de la reorganización de la hermandad en San Benito, culminándose con la celebración el 11 de diciembre de un rosario vespertino con la imagen de la Virgen de la Encarnación hasta el asilo de las Hermanitas de los Pobres y una eucaristía de acción de gracias, celebrada el 28 de diciembre.