Este año, queridos hermanos, vamos a vivir un Martes Santo especial y distinto, pero no por estas circunstancias especiales dejará de ser Martes Manto.
No podemos realizar la estación de penitencia a la catedral, pero si podemos ofrecer al Señor la penitencia de nuestro aislamiento físico. No podemos encontrarnos con los hermanos de siempre, pero si podemos estar unidos en la oración. No podemos revestirnos con nuestra túnica, nuestro costal o nuestro uniforme, pero si podemos pedirle al Señor que nos revista de la fuerza de su Espíritu. No podemos procesionar a nuestros queridos titulares por las calles de nuestra ciudad, pero si podemos tributarles el culto de nuestra fe, poner en ellos nuestra esperanza, pedirles que nos llenen el corazón de verdadero amor.
Son momentos difíciles y dolorosos, momentos duros que nos unen de una manera especial a la Pasión del Señor.
La redención de la humanidad se realiza desde la Cruz. No sabemos porque Dios escogió el camino de la Cruz para redimirnos, pero, ese instrumento de muerte se convirtió en el Árbol de la Vida. Viviendo nuestro sufrimiento junto al Señor, se convertirá para nosotros en gracia divina: ¡misterios de la fe!
No desfallezcamos en esta situación difícil, Cristo sale vencedor de la muerte y nosotros junto a Él saldremos vencedores y fortalecidos de esta prueba.
En los momentos de la Pasión del Señor su Madre estaba junto a Él, desde la cruz Él nos la da como Madre y en estos momentos de dolor Ella está junto a nosotros. Gracias Madre por aceptarnos como hijos. Si aquel día en Nazaret aceptaste que el Hijo de Dios se encarnase en tu seno, junto a la cruz aceptaste que todos nos encarnásemos en Ti. Nos ponemos bajo tu manto, sentimos el calor de tu presencia y encendemos ante Ti la candelería de nuestro amor. De tu mano superaremos esta prueba y viviremos otros martes santos, reunidos todos junto a tu Hijo, Presentado al Pueblo y derramando desde la cruz su Preciosísima Sangre.
Un Martes Santo especial y distinto, pero que sea, queridos hermanos, para todos nosotros SANTO.
Por tu Encarnación
y por tu Sangre derramada
preséntanos, Señor, en el Reino del Padre.
José Antonio Maya Díez
Director Espiritual