Una de las semanas más importantes de la vida fraterna de la Hermandad, si dudas, es la del quinario, predicado por el padre José Miguel Verdugo Rasco, párroco de la sevillana iglesia de San Diego de Alcalá, quien nos llevó con su fácil verbo expresivo a caminar por la vida con el estilo que nos enseñó la imagen que presidía el altar, el Señor Presentado al Pueblo con una exclamación rotunda de Pilato:“Ecce Homo” (observen al Hombre) la esencia divina de sublime humildad, la mejor herencia genética que recibió de Ella, por Ella y con Ella, su madre, que en la Calzada la veneramos con el prestigioso y maternal título de Nuestra Señora de la Encarnación Coronada. Una gloria para Sevilla.
¡Cuántas caras con solera sanbenitera vimos estos días recibir las medallas que testifican tantos años de fidelidad!
El sábado la reliquia de vida perpetua del Cuerpo de Cristo recorrió las naves del templo en Procesión Claustral, donde todos pudimos cantar y abrir nuestros corazones al Amor de los Amores.
La Función Principal de Instituto oficiada por el Director Espiritual, don José Antonio Maya Díez, significó la metamorfosis de la hermandad al estado de Cofradía. Un primer paso que comienza con la protestación pública de fe católica y dogmática mariana. Un cuadro hermosamente familiar: abuelos, padres, hijos y nietos poniendo su mano derecha sobre el Evangelio y reverenciando a las imágenes expuestas en el Libro de Reglas. Lágrimas de recuerdos gotearon sobre el pavimento de la iglesia, mientras que un beso, un rezo, una súplica, un agradecimiento quedó a los pies del Santísimo Cristo de la Sangre.
Paseé por el barrio tras la comida oficial, cuántas reuniones de amigos cofrades, cuántos abrazos, cuánta alegría ambiental, cuánta juventud, qué gozo se respiraba bajo el azulado manto inmaculado del cielo sevillano cubriendo las convivencias de hermanos por los aledaños de San Benito. Presagio de fiesta grande que se aproxima en cuarenta días a la Calzada e inundará de fervores nazarenos la tarde-noche del Martes Santo.